Ir al contenido principal

Cansado de estar cansado






“¿Conseguía el trabajo, en el fondo, llenar sus vidas, se sentían realizados con lo que hacían o en realidad tenían la sensación de que algo o alguien estaba consumiendo su energía, absorbiendo de ellos lo mejor, privándolos del verdadero sentido de la vida?”

Sandor Marai, “La mujer justa”

Nos pasamos el día corriendo de un lado para otro, nos levantamos corriendo, como en esas series americanas en las que el protagonista sale a la calle, con la taza de café caliente apurado para subirse al auto. Siempre apurados. Corremos con prisa para llegar al trabajo, para rendir, para ser buenos y efectivos en lo que hacemos. Corremos para salir del trabajo y llegar a tiempo a buscar al niño a la escuela o a participar de alguna actividad que apenas podemos disfrutar porque ya estamos pensando en lo que tenemos que hacer una hora después. Corremos para llegar a casa a tiempo para descansar y comer despacio. Solo que al ritmo al que venimos, tanto nosotros como nuestros hijos, el “despacio” nunca llega y nos arrastramos y empujamos entre todos.



Estas corridas y prisas no nos dejan disfrutar el presente. Como afirma Barry Schwartz, “nunca estamos presentes en el presente, si estamos trabajando estamos pensando debería estar con los niños, si estoy en casa con los niños estoy pensando debería estar haciendo ejercicio y cuando estoy haciendo ejercicio, pienso debería estar trabajando…”.
Este no estar en el lugar en que estamos, nos hace vivir de “cuerpo-presente”, sin poner el alma en lo que hacemos, o quitándonos la poca alma que nos queda cuando salimos del trabajo. Afirma el filósofo español Carlos Diaz Hernández:
“Hay gente que se pasa la vida haciendo cosas que detesta para conseguir dinero que no necesita y comprar cosas que no quiere para impresionar a gente que odia. “
Si vivimos así de cansados, haciendo cosas que nos alejan de lo que somos, buscando un dinero que ya no nos llena, y comprando cosas que no sabemos para que compramos, llenando un vacío existencial, o para impresionar a los demás, entonces no nos extrañe que estemos cerca del llamado “Burn Out” o cansancio crónico. La fatiga nos acompaña cada día, pero si se vuelve crónica entonces quiere decir que no le encontramos sentido a la vida en familia ni a la vida laboral. Si la vida me pasa por arriba, todo lo que hago será un intento por sobrevivir, pero no será una vida vivida plenamente.
El filósofo coreano Byung-Chul Han, en su libro ‘La sociedad del cansancio’ (editado en España por Herder Editorial en 2012) aborda este tema del cansancio, como el mal de nuestra época, propio de una cultura del rendimiento. La OMS estima que para el año 2020, la cifra de suicidios aumente drásticamente y que las enfermedades mas relevantes serán: la depresión, el trastorno por déficit de atención, el trastorno límite de personalidad y el síndrome de desgaste ocupacional. Nos urge encontrar una manera de vivir que nos acerca a lo que somos, para vivir una vida elegida libre y responsablemente y no sentir que alguien “exprime lo mejor de mi”.
Este modo de vivir afecta a padres y madres a la hora de educar, si estamos todo el tiempo cansados, es difícil que lleguemos a casa a transmitir alegría y ganas de vivir. Esto repercute en nuestros hijos inmediatamente. Recuerdo un joven a la salida de una charla, que me dijo: “estoy cansado de que mi viejo esté cansado.” El cansancio crónico genera en los hijos una percepción poco saludable de la vida de sus padres. No es extraño que a la hora de la elección vocacional o del inicio de su vida laboral, se retrase o se dude obsesivamente, ya que no querrán entrar al mundo estresado del adulto. Si ser adulto es igual a ser estresado, cansado, monótono y aburrido, entonces el joven prefiere seguir siendo “por siempre joven”. “La agitación permanente, la supremacía de la vida activa que es ampliamente alabada en la sociedad del rendimiento no genera nada nuevo, reproduce y acelera lo ya existente”, escribe Byung-Chul Han.
Cuando estamos deprimidos o viviendo una vida monótona, es esperable que no seamos creativos ni en casa ni en el trabajo. Nuestros hijos precisan padres creativos y alegres, que vivan una vida feliz para poder ellos seguir soñando y seguir proyectándose. Recuerden que nuestros hijos nos tienen como modelos. Pero los padres y educadores se encuentran con niños apáticos, que se aburren fácilmente, que son difíciles de motivar. Entonces el educador intenta mil maneras para motivarlo, pero motivar a desmotivados, desmotiva.
Por eso es necesario insistir en realizar talleres para padres y docentes; para que sientan el mimo y la caricia de que se educa en conjunto y que educar es cansarse amorosamente. No vamos a ver ahora el resultado. Paciencia. Calma. Respire. Tome aire. Lo veremos quizás si empezamos nosotros a agradecer primero a nuestros padres, maestros y referentes. De esa manera, les enseñamos a los hijos que el sentido de la vida no es aquí y ahora solo, sino que es un puente que nos une intergeneracionalmente.
Ojalá que el cansancio nos sirva como una oportunidad para parar, para aprender a ser sin hacer, para meditar como queremos seguir, para elegir libremente la vida que llevamos y no ser un sujeto sujetado por una masa que lo lleva, lo arrastra y empuja. Ojalá podamos terminar cada dia con la sensación de que “está bien, estoy bien”. Hice lo que pude para el dia de hoy, no me exijo de más, mañana será otro día, otro milagro para despertarnos y vivir con alegría, trabajando pero descansado, para poder ser creativo, amando a nuestros hijos, con amor que nutre y que también guía, y para eso nos precisa padres y educadores presentes, con cuerpo y alma, para respirar juntos y honrar la vida cada día.
Lecturas sugeridas:
Full Stop de Silvio Raij
Fluir, de Anselm Grun
El cansancio de los buenos, de Roberto Almada
Música Sugerida:
Los tres discos CALMA de Gustavo
Ripa

Comentarios

Entradas populares de este blog

GAMBARIMASU Uruguay !!

Sindrome del Adulto Frágil (Articulo y Video)

Metáforas para elaborar pérdidas