AUTOCASTRACION PEDAGOGICA


(Foto: Leandro, luego de una charla que di en Escuela 70, de 45 min a padres, al otro día la Maestra pidió a los alumnos que anotaran que habían dicho los padres luego de la charla , sobre Educar Sin Culpa . Leandro anotó "Me tengo que atar los cordones solo")

Emilio Tenti Fanfani, sociólogo argentino experto en educación, autor de varios libros, dio  una conferencia en el marco de una Jornada titulada “Buenas prácticas en educación” que organizó el Instituto Santa Elena. Una expresión que utilizó y quedó resonando en mi, fue la de “autocastración pedagógica.” No puedo estar más de acuerdo con lo que expuesto en esa ocasión. ¿Qué quiere decir el autor con esto? Quiere decir que le estamos pidiendo poco a nuestros alumnos; y lo que es peor, nos estamos conformando con poco.
Recuerdo una magnífica cita de Hanna Arendt:
Los niños no pueden rechazar la autoridad de los educadores como si se encontrasen oprimidos por una mayoría compuesta de adultos, aunque los métodos modernos de educación han intentado efectivamente poner en práctica el absurdo que consiste en tratar a los niños como una minoría oprimida que tiene necesidad de liberarse. La autoridad ha sido abolida por los adultos y ello sólo puede significar una cosa: que los adultos se rehúsan a asumir la responsabilidad del mundo en el que han puesto a los niños.”  (Entre el pasado y el futuro 
Editorial Ariel , Pág 292)




Estamos hablando de responsabilidad: Arendt, es clarísima en su idea de “métodos modernos” que tratan a los niños como minoría, y a su vez por miedo al autoritarismo, los dejan víctimas de la tiranía de sus instintos. Es responsabilidad del adulto, ayudar a que ese niño se transforme en persona. Autocastración pedagógica, quiere decir que nos hemos automutilados de expectativas de lo que cada niño o niña puede dar. Hemos puesto demasiado énfasis en las limitaciones, que claro que están y no se niegan. Pero ese ejercicio determinista de pensar “que fue lo que le pasó antes”, o “pobrecito lo que pasa es que sus padres se separaron” explica la conducta del niño, pero lejos está de ayudarlo a que se levante y tome su vida en sus manos más allá de lo que le pasó.
Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él afirma Sartre. Podemos tomar en cuenta lo que le ocurrió a este niño (respecto a sus padres, la ausencia de los mismos física o simbólica, la sociedad, el entorno, etc.) Pero lejos de usar eso para justificar sus conductas agresivas o la dificultad para concentrarse, lo puedo tomar en cuenta para ayudarlo a que desarrolle sus posibilidades. Demasiada explicación implica el riesgo de justificar al niño y congelar nuestro actuar como educadores y el del propio alumno. Explicar puede servir para “teorizar”, pero nosotros necesitamos que el alumno desarrolle sus posibilidades, más allá de sus facultades psicofísicas. Toda la obra de Viktor Frankl, el fundador de la logoterapia y de diversos autores humanistas, puede resumirse en un claro “no al determinismo y no al reduccionismo”. Determinismo es justificar la conducta que el alumno tiene en el aula, por su pasado o por sus condicionamientos. El pasado nos condiciona pero no nos determina. Y en este tiempo desafiante para la educación, para los alumnos y para reafirmar la vocación docente, urge completar los aprendizajes con pedagogías que sean profundamente esperanzadoras y no que condenen desde el inicio el desarrollo de las posibilidades.
Hace algunos meses recuerdo el diálogo que tuve con el hijo de una persona que me vino a consultar. Tenía 15 años y había traído 8 bajas en el liceo. ¿Cuántas bajas te parece que puedes subir? Le pregunté. Subió sus hombros en señal de “no sé ni me importa”… Adolescente, angustiado y triste por no poder subir las notas pero también sin poder confiar en sí mismo, y con adultos que “piden poco” o “exigen poco” por miedo a que se frustre. Pero seguimos charlando hasta generar un buen vínculo y luego le volví a preguntar, ¿Cuántas bajas te parece que puedes subir? Me respondió, “no sé, voy a negociar con mi madre…“ No, le interrumpí. Nada de negociaciones. Podes subir las 8 bajas. Le respondí con seguridad y firmeza. ¿Cómo? me dice sorprendido.  Si, respondo, estoy seguro que puedes subir las 8 bajas. Solo vos y mi adscripto me dicen eso, me respondió. De eso se trata de confiar, yo creo que ¡tu puedes! Luego y a partir de esa confianza primaria, veremos si este chico puede subir, las 8 o 5 o 4. Pero si solo le pido 4, porque “más no puede dar..”, seguro subirá solo entre 0 y 4.
Siempre pongo este ejemplo a padres y docentes, y cuando le pregunto a la directora de cualquier liceo, qué es lo que pasa si solo le pido que suba 4, hay consenso en los directores: “no subirá ninguna”. Coraje padres y profesores, coraje para pedirle a nuestros alumnos que puede subir las 8. No tener miedo a la frustración que tendrá si de las 8 solo sube 4. Es un primer paso, luego quizás puede subir las 4 restantes, o quizás subirá solo dos al principio, etc. Dependerá de la realidad de cada alumno. Pero creo que la anécdota refleja claramente un modelo de ser persona, un modelo donde si le pido poco a la persona, me dará poco, con el riesgo de crecer en la desesperanza, en la apatía, en la frustración.  Pero si le pido lo más que puede dar, me dará lo que él puede dar. Amplío su gama de posibilidades y de respuestas. Crece su confianza y su autoestima, e incluso eso le permitirá enfrentar los obstáculos que encuentre en el camino. ¿Que nos pasó que la palabra autoridad y exigencia desaparecieron del vocabulario educativo?
Savater afirma en una entrevista Autoridad viene de augeo: ayudar a hacer crecer. Autoridad y auge vienen de lo mismo. Todos crecemos como la hiedra, apoyándonos en algo que nos ofrece resistencia. La tiranía quiere que seamos eternamente niños. La autoridad ofrece resistencia pero hace crecer. Si no has tenido resistencia no creces recto, sino reptando.”.
Este es el rol del adulto, del padre y del educador, somos la resistencia que debe encontrar el alumno para crecer y desarrollar sus posibilidades. Si estas posibilidades quedan reprimidas en su interior, crecerá el vacío, el resentimiento, el autoreproche, el aburrimiento y el rencor. Somos responsables como adultos, como vimos con Arendt, del mundo a donde hemos traído a nuestros hijos. Somos responsables de que no sigan reptando, arrastrándose, sino que se levanten con orgullo sobre sus propios pies, desde sus limitaciones biológicas, psicológicas y sociales, pero con un espíritu libre que trasciende las limitaciones. Es decir, que a partir de las limitaciones desarrolla lo mejor que puede. Pero sin confianza en esta libertad, en esta capacidad, se puede avanzar poco, porque el niño crecerá reptando, como dice Savater, es decir dará poco de sí, esperando que lo aplaudan a cada avance que hace en su desarrollo. Siempre les pido a los padres no festejen demasiado los logros de sus hijos. Lejos de aumentar su auotestima, los estamos entrenando para que reciban premios o festejos por pequeños avances. Eso daña la autoconfianza y los deja inmaduros ya que luego esperan que la maestra o profesor los “eduque” de la misma manera”, en base a estímulos o premios para avanzar. Eso puede servir para alguna etapa del niño, pero si es siempre de la misma manera, corremos el riesgo de pedir poco, de exigir poco y de que el niño repte en lugar de crecer. Se crían mascotas, se educan personas, no se puede criar personas o educar mascotas.
Es entonces nuestra responsabilidad educar con coraje, con confianza y con esperanza. Autocastración pedagógica y psicológica, es falta de confianza, es automutilar las posibilidades que nuestros hijos tienen de crecer y de sobreponerse a las adversidades. Dice Tom Peters: “no hay jóvenes perezosos sino líderes que no inspiran.” Esta es nuestra responsabilidad como líderes en casa, en la escuela , en el  liceo y en el trabajo: inspirar, entusiasmar, oxigenar, dar aire nuevo para que los alumnos desarrollen sus posibilidades. Y no conformarnos con poco, con justificaciones tristes que hacen que el joven se “duerma” sobre ellas, se escuda en su historia para no avanzar. Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él, quiere decir que somos libres, somos responsables de tomar una actitud con lo que nos pasa. Cuando dejo de justificarme, dejo el lugar de víctima y tomo el lugar de protagonista de mi vida. Solo así se construye futuro: saliendo a dar aire nuevo a los jóvenes y niños que no son el futuro, ¡son el presente!
(Articulo publicado en Diario El Pais, 10/09/2015

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